Interés o compromiso

Interés y compromiso pueden parecer acciones que evocan lo mismo, sin embargo, si les prestas mayor atención verás que son cosas muy diferentes.

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¿Cuántas veces te has encontrado diciéndole a los demás o a ti mismo: «lo haré cuando tenga tiempo o cuando tenga ganas, cuando se den determinadas condiciones o cuando todo pase»?

El postergar en el tiempo la ejecución de lo que sea que vayamos a hacer, nos muestra que estamos actuando movidos por interés y no por compromiso. Cuando hay realmente un compromiso -ya sea a la relación, a la familia, al negocio o a lo que sea- seremos capaces de sostener en el tiempo nuestra decisión más allá de las condiciones, de los resultados y de los eventos.

A pesar que la palabra compromiso suele ser utilizada como algo negativo, su significado es profundo y genuino y está vinculado a los deseos de nuestro corazón.

Compromiso significa Con-Promesa. Esto no tiene nada que ver con un papel, con una firma o un documento. El compromiso se mide en el sentimiento que nos mueve al realizar esa acción. Es la promesa que nos hacemos a nosotros mismos por convicción de que eso que elegimos es lo que realmente deseamos.

Cuando estamos comprometidos con algo haremos lo que haya que hacer para llevarlo adelante; sin esperar las condiciones y sin importar las circunstancias, solo por el gusto y la satisfacción de querer hacerlo. Por el contrario, cuando solo hay interés la entrega suele ser «a medias», lo cual nos lleva a asumir una postura de «a veces lo hago y a veces no».

Poniendo en la balanza

Es común al momento de elegir una carrera, oficio o profesión evaluar los pro y los contras que puede generar dicha elección en el futuro. «Si me va a servir, si no», «si ganaré dinero o no», «si tendrá salida laboral o no», etc. Este modo de comportarnos es una señal muy fuerte y podría servir para preguntarnos ¿estoy dispuesto a comprometerme cien por ciento con esta elección?

Todas las cosas que podemos llegar a poner en la balanza responden al interés, es decir, a lo que obtendremos o no a cambio, cosas que el compromiso no mide. Comprometernos y hacernos cien por ciento cargo de la relación, de la elección, de lo que sea; no porque «me toco» sino porque «así lo siento» esa es la clave.

Que el interés vaya de la mano de la conveniencia no es motivo para juzgarse -ni juzgar a otros-. De hecho, todos podemos llegar a hacerlo en algún punto, así lo hagamos sin darnos cuenta.

No es que esté bien o esté mal hacer cosas solo por interés. El punto es poder sincerarnos con nosotros mismos, revisar cuántas cosas hacemos por compromiso y cuántas por interés y empezar a elegir más cosas con las que nos queremos comprometer.

El componente clave

El compromiso tiene un componente básico y es la elección. Lo importante de esa elección es que no esté condicionada ni por el entorno, ni por lo que opinan los demás sino solo por tu real y genuina pasión.

La pasión entendida como pulsión de vida es eso que que hace que te despiertes cada día con entusiasmo, alegría y con ganas de crear constantemente.

Cuando es el compromiso el que nos moviliza hay una chispa en nuestros ojos que nos muestra que estamos actuando desde la conexión. Guiándonos de esta forma, sin pensar en lo que obtendremos, ten por seguro que los beneficios llegarán de todas maneras y sin ninguna duda.

Generar compromiso en todo, hasta en las cosas más simples y cotidianas puede hacernos sacar una potencia muchísimo más fuerte que la del mero interés.

Ahora bien, comprometerse no implica esclavizarse a una elección. Puede ocurrir que lo que en un momento de nuestra vida nos llenaba de motivación, cambie. Es normal que esto ocurra porque nosotros mismos cambiamos en todo momento, nuestra frecuencia cambia y con ella las elecciones.

Cambiar es parte del proceso y es sano hacerlo. No porque te hayas comprometido de palabra tienes que verte obligado a sostenerlo si ya no lo sientes. Si ahora tu corazón marca otro rumbo u otra elección, es a él a quien debes escuchar y hacerle caso.

Los distractores

Una buena forma de separar los compromisos de los intereses es a través de los distractores. Los distractores son aquellas situaciones que nos frenan o hacen dudar, tales como «que las cosas no se den», «que la situación no sea la adecuada», «que alguien no haga lo que uno quiere», etc.

Cuando solo hay interés, un distractor va a entrar inmediatamente en la balanza haciéndonos dudar. Cuando empezamos a poner cosas en la balanza, lo que pesa más es lo que terminamos eligiendo. Pero en el caso del compromiso, si bien los distractores van a aparecer, no tendrán la fuerza suficiente para apartarnos de nuestro objetivo. La elección se volcará sin duda a mantener el compromiso, más allá de todo.

Es tiempo de cambiar los tengo por los quiero y empezarnos a comprometer con aquello que nos apasiona, que nos llama y llena de vida. Elegir el compromiso y no dejarse ganar por la apatía hará que nuestro ser empiece a expresarse cada vez más sin importar lo que esté pasando, cuáles sean las condiciones, ni la situación.

Hoy mismo puedes empezar a revisar tus elecciones si tan solo te entregas a la auto-observación profunda. Empieza por preguntarte ¿cuántas cosas hago por interés y cuántas por compromiso?

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