¿Cuántas veces nos ha pasado ver a una persona muy conectada con su esencia, con la divinidad y sentir que irradia una energía especial? ¿Cuántas veces al observar monjes, Maestros o seres de mucha paz hemos dicho: «qué luz que tiene»?
Independientemente de que existan personas que desde pequeños hayan emprendido un camino más espiritual que otras y que, a simple vista, notemos esa maravillosa luz que irradian, todos, absolutamente todos, somos capaces de manifestar la misma luz y empezar a brillar.
El camino de automaestría, que todos en algún momento habremos de recorrer si queremos ser libres y volver a nuestra esencia, comienza con la decisión de conectar con la fuente, con nuestro origen, la divinidad, el universo o como prefieras llamar a esa energía de origen superior. Cada ser que se manifiesta en este campo, al conectarse, puede empezar a brillar por sí mismo y convertirse en su propia luz, sin necesidad de seguir la luz de nadie.
Por supuesto que cuando vemos a esos seres llenos de sabiduría y amor puede parecernos que con tan solo seguirlos, su potente luz bastará para iluminar nuestras vidas. Sin embargo, por mucho que pueda ayudarnos el camino de otro ser, cada uno de nosotros necesitará de su propio esfuerzo para alcanzar su maestría. Así como hay personas, también hay técnicas y fórmulas que pueden ayudarte a encontrar la manera de encender esa luz. Pero esa luz no puede serte entregada por otro, porque esa luz está en ti, vive en ti y sale de ti. Por lo tanto, es tu tarea re-encenderla y brillar cada vez más.

Volver a encender la luz que teníamos cuando éramos niños, la luz que somos en verdad, es parte de un proceso que empieza con la re-conexión a nuestro origen, a la fuente divina, pero que exige mucho más.
La conexión nos dará el empujón para empezar a recordar quienes somos y, desde allí, dependerá de cada uno de nosotros empezar a hacer vida eso que acabamos de recordar.
Muchas veces logramos entender esto de manera intelectual. Nos decimos a nosotros mismos: Soy un ser de luz -convencidos de ello- y basta que algo nos descontrole emocionalmente, que algo pase, para que nos olvidemos de eso que dijimos rápidamente.
La única manera de recordar a cada instante que somos esa luz es estando atentos y viviendo en el momento presente. Este proceso requerirá que nos auto-observemos constantemente, revisando qué sentimientos nos están manejando, en qué estamos pensando, cómo nos estamos expresando, en definitiva, dónde está nuestra atención.
Claro que en este proceso habrá distractores. De hecho, todos nos distraemos. El sistema que todos creamos está totalmente diseñado para que nos olvidemos de nuestro origen y nos preocupemos. Pero con constancia y esfuerzo es cómo lograremos nuestro avance. Es como ir a un gimnasio. El primer día no vamos a levantar 800 kilos. Necesitamos un entrenamiento. Con la atención pasa lo mismo. Mientras más nos entrenemos en controlar nuestra atención más tiempo lograremos mantenernos conectados.
Ser Luz en la Oscuridad
A veces a la personalidad le cuesta soltar el control. Quiere que las cosas se den a su manera y a su tiempo logrando, la mayoría de las veces, que perdamos la certeza de que esa luz está en nosotros. En lugar de reconocernos como la luz, elegimos dejarnos vencer por la oscuridad, por nuestras sombras, que no son más que los miedos, temores y emociones propios de la personalidad.
La personalidad se desilusiona, busca culpables, se puede enojar o hacerse la ofendida. Mientras que el ser que somos en esencia es perfecto, de origen lumínico, no se preocupa ni se angustia, solo desea brillar.

En tiempos de mayor oscuridad, donde todo aparenta ser complicado, pareciera que es más difícil encender esa luz. Sin embargo, los momentos difíciles son los que más nos impulsan a encendernos, y si hay oscuridades internas, ¡qué mejor oportunidad para transformarlas y empezar a brillar!
Si bien podríamos pensar que es necesario atravesar momentos de oscuridad para reconocer la propia luz, esto no tiene por qué ser así necesariamente. Aunque a veces la personalidad necesite crear los peores escenarios para reaccionar, es una elección aprender desde la oscuridad o aprender desde la luz.
Si el error aparece es importante aceptarlo como parte del propio encendido. Además solo erra quien se está moviendo y moverse ya es un gran avance. El problema o, mejor dicho, lo que deberíamos revisar es si aprendemos de esos errores o si siempre acabamos cometiendo los mismos, porque si esto ocurre, será necesario ajustarnos mejor a la experiencia.
Momentos de Conexión
Muchas veces nos desilusionamos por no poder mantener la conexión durante todo el día. Aunque no deberíamos excusarnos tras esto, sí es importante tener presente que en este campo de frecuencia podemos tener momentos de conexión, pero difícilmente podamos estar encendidos las 24 horas del día.
Los momentos de conexión pueden entenderse como “momentos de iluminación”, pero solo son momentos. Si lográramos estar las 24 horas del día conectados, significaría que ya hemos logrado la maestría de este campo y habríamos realizado la ascensión.
Hoy el juego es estar la mayor parte del día encendido. Habitar más la luz que la oscuridad. Poder hacer esto dependerá del poder de la atención, de nuestra capacidad para transformarnos y encender todos los circuitos que pudieron haberse apagado en esta experiencia o en cualquier otra.
Si pudiéramos resumir el proceso de re-encendido en 3 claves, éstas serían constancia, dedicación y determinación.
Nadie te conecta, nadie te desconecta
Es importante entender que cuando entramos a este campo de frecuencias lo hicimos con una energía limpia, pura. Esa energía perfecta que nos fue dada se fue ensuciando, manchando o, en otras palabras, esa luz que brillaba tanto la fuimos apagando.

¿cómo sucedió esto? La manera en la que cada uno haya apagado esa luz dependerá de su propia experiencia. Algunos quizás la hayan apagado por poner la atención en la política, otros por llevarla a la economía, otros por prestarle atención al entorno o por alguna relación.
Cada experiencia es única. Pero lo importante es no caer en la trampa de creer que algo externo puede apagarnos. Nada viene de afuera y si sentimos que algo nos apaga es simplemente porque le hemos dado atención.
Aunque nos encantaría encontrar la receta mágica para la felicidad, el único tip para lograrla es practicar. Ser luz es un proceso que se va ganando con la experiencia. Requiere compromiso y mantener la conexión. Porque si al fin de cuentas se trata de emprender una transformación, tendrás que estar dispuesto a dejar de ser quien eras para empezar a ser quien realmente sos.
¿Estás dispuesto a re-encender tu Luz? ¡Déjanos tus comentarios y comparte tu experiencia!
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